jueves, 30 de julio de 2015

LA LUCIDEZ DE LOS PRIMEROS ABUELOS MAYAS


“Y cuando la creación dio su fruto,
aparecieron los humanos […]

Su conocimiento llegó a ser grande,
su mirada traspasaba los árboles,
las piedras, los lagos, el mar,
las montañas, los valles”

(Popol Wuj)
 
Cuentan las antiguas historias que los primeros seres humanos creados, los Primeros Abuelos, eran poseedores de una percepción cósmica ilimitada. Se dice de ellos que “nada los obstruía, todo lo podían ver… su conocimiento llegó a ser grande”. Posteriormente, fue la propia deidad creadora, el Corazón del Cielo (Uk’u’x Kaj) el que limitó esta visión: “Sus ojos fueron empañados por Uk’u’x Kaj, fueron opacados como cuando se echa el aliento sobre la faz de un espejo. Ya solo podían ver lo que estaba cerca […]. Así fue entonces la pérdida de su sabiduría”.

Estas narraciones recopiladas en el Popol Wuj no deben ser interpretadas literalmente. El “libro sagrado” de los mayas-k’iche’ es un “instrumento de visión” (Ilbal Saq). Está escrito en lenguaje simbólico para que su mensaje penetre las profundidades de la mente y la fertilice con semillas de entendimiento. Fue escrito por tres Grandes Autoridades o Nim Chokoj y sus enseñanzas proceden de una tradición ancestral que fue legada hace siglos por el Señor del Oriente, Najxit o Quetzalcoatl.

Tal y como dice el sagrado texto, nuestra percepción física habitual es muy limitada. No tiene la capacidad de revelarnos nuestro origen y destino, o de mostrarnos claramente la estructura completa de lo que llamamos realidad. En verdad, nuestros sentidos están velados, es decir, circunscritos a un margen muy estrecho de experiencia. Sin embargo, esta condición es transitoria y tiene un propósito:

Nos empuja a invocar la Consciencia Cósmica, la cual es tanto humana como divina, permitiéndonos recibir la Sabiduría de los Primeros Abuelos, la que a cada uno nos corresponde por herencia y así, renovar nuestro mundo en sintonía con la obra del Creador y Formador de la existencia. Esta es la finalidad de cada entidad humana: traer lo infinito a lo finito para sustentar la presencia de lo trascendente en esta tierra.
 
Nuestros cuerpos son los únicos, en este planeta, que tienen la capacidad de incorporar la inteligencia creativa del Corazón del Cielo con todo esplendor y belleza. La Sabiduría Ancestral Maya tiene su fuente en la experiencia de seres humanos excepcionales que lograron este objetivo. Es el caso de las Grandes Autoridades o Nim Chokoj que dejaron el Popol Wuj para beneficio del pueblo maya y del mundo entero.
 
Las narraciones del Popol Wuj no son simples mitos generados por mentes fantasiosas. En sus frases se esconden claves que pueden llevarnos a recordar nuestro origen sagrado, ver con claridad la estructura y funcionamiento del cosmos-naturaleza, así como conocer nuestro propósito en el mundo. Todo ello será posible si somos capaces de limpiar el espejo empañado de nuestra mente y percepción, para reflejar así, la lucidez de los Primeros Abuelos.

“No tenían que caminar
para ver lo que hay debajo del Cielo,
solo debían estar donde estaban, para ver”

(Popol Wuj)
 
Las sabias enseñanzas mayas:

“Todo vive, todo tiene espíritu, inteligencia y expresión”

Presta atención a lo que está sucediendo ahora y deja que tu mente se calme. Contempla tu mundo desde el corazón, con cariño. Descubrirás, si perseveras, que la tierra que te sostiene está viva. Las rocas podrán parecer inanimadas, pero si ves desde el silencio te darás cuenta que tienen esencia o espíritu.

Así son las montañas y los valles, el sagrado río, el lago y el mar. Todos contienen sabiduría, inteligencia y expresión. La encontrarás en el frescor de las plantas y en la vitalidad de los animales. Muy especialmente penetra en la esencia e inteligencia de la luz del sol en este día: tiene alma, expresa humanidad.

“La esencia y origen de las cosas es sagrado”

Para los mayas la existencia tal y como la conocemos es la manifestación de una realidad espiritual, invisible y primordial llena de la Energía Vital e Inteligencia Trascendental de la divinidad creadora, a la cual se le llama, entre otros nombres, Majestuosa Serpiente Quetzal (Tepew Q’ukumatz) y Corazón del Cielo (Uk’u’x Kaj).

Este estado primigenio, el cual está más allá de lo que nuestros sentidos puedan percibir y que se escapa a nuestro raciocinio, es simbolizado en la numerología maya por el cero. El cero maya, sin embargo, no sugiere carencia y más bien todo lo contrario: plenitud de poder, algo incontable, adimensional y por lo tanto infinito o eterno.

Por ello, el relato cosmogónico del Popol Wuj nos transmite con su elegante simbolismo el eco de un mundo en “suspenso”, en donde “todo está en reposo”, “en sosiego” y en “silencio”. Es un nivel de realidad que no está sometido al espacio-tiempo, a las formas o al cambio y que, a su vez, tiene todo el potencial de generarlo. Es desde ese plano lleno de luz esencial en donde la existencia es concebida y “pensado” por la Divinidad Creadora, para después ser manifestada por Su “palabra”.

Dice el Sagrado Texto k’iche':
 
“Luego surgió la Tierra por su obra, sus palabras fueron suficientes para que esto ocurriera”.
 
Más adelante agrega:
 
“Solo por su prodigio, sólo por su poder se consiguió la concepción de las montañas y valles…”
 
Este es el origen sagrado del cual brota el espacio-tiempo, de donde se origina el movimiento de los cielos y la tierra, así como la existencia de los diferentes seres que habitan los reinos de la naturaleza, y claro está, el ser humano y su propósito.

Por ello, la Sabiduría de los Abuelos nos dice que TODO LO QUE EXISTE ES SAGRADO, pues detrás de cualquier cosa y criatura está el pensamiento y el poder de la Majestuosa Serpiente Quetzal, dadora de vida, orden y movimiento. En lo profundo de todo lo que podamos contemplar está el Corazón del Cielo con Su Sabiduría y Voluntad creadora.


“Así fue, pues, el origen de la Tierra
cuando fue formada por Uk’u’x Kaj
Uk’u’x Ulew, así llamados porque ellos
fueron los primeros en pensarlo”

(Popol Wuj)
 

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